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lunes, 28 de diciembre de 2009

Fin de Año

Abro el Outlook y me bajan unos cincuenta correos, de los cuales cuarenta son diferentes variantes de: "Sos un amargo, como no fuiste a la fiesta de fin de año de la empresa".

Yo ya conozco las fiestas de fin de año de las empresas. Un poco de alcohol, algo de comida, y un discurso del gerente o dueño, que por lo general culmina en un orgasmo:

-Y por último, quiero felicitarlos a todos, ya que este año la empresa ha facturado un 25% más que el año pasado!

Acto seguido, un tsunami de aplausos, silbidos, ovaciones. Nunca lo pude entender. Todos eufóricos, como si ese 25%, lo fuesen a cobrar en efectivo al día siguiente. Todos siguen cobrando la misma mierda, pero algún superior suelta una felicitación y un tanto por ciento, y todos segregan endorfinas. A mi ese concepto de felicidad no me cabe en la cabeza. Te rompés el culo laburando todo el año, y la recompensa es una palmada en la espalda y una felicitación. Como alguien puede festejar eso?
Para colmo, ahora me tildan de amargo.
La puta madre. A mi se me ha puesto la piel de gallina al observar la obra de Dalí, lloré escuchando a Mozart, a Bach, a Vivaldi. Y ahora, por no querer hacer un trencito loco al ritmo del algún reggaetón, parece que no sé vivir la vida. Y me lo dice alguien que escuchó Pathetique Sonata de Beethoven por primera vez en el Pump It.


Cierro los ojos unos segundos, y me pongo de pie. Mido con quirúrgica precisión las palabras que voy a hilvanar, y me acerco a una compañera. Está tipeando un mensaje de texto con una sonrisa en la cara. Son las 09.30. Me acerco, apoyo la mano en su celular, cierro lentamente los ojos y hago un gesto de negación, esa mueca universal que significa: "No hay caso..."

-Olvidate. Nunca va a dejar a la mujer. Pero nunca. Vos sos y serás siempre la segunda. Para colmo tenés 29 años y te estás empezando a asustar. Querés tener un hijo. Vas a la psicóloga dos veces por semana para que te diga que carajo hacer con tu vida. Le pagás a una tarada que hasta hace menos de un año estaba subrayando fotocopias con un resaltador amarillo, para que te solucione la vida.

Me doy vuelta antes que tenga tiempo de contestarme. Camino unos metros más hacia el fondo, y golpeo con ambos puños el escritorio del gordo Suarez. No se la esperaba. Se le caen las galletitas de salvado y vuelca el yogurt Ser que estaba tomando.

-No te la creés ni vos gordo. Hace un año que intentás hacerle creer a toda la oficina que estás a dieta, pero todos sabemos que al mediodía te vas a escondidas a la parrilla. Mirá como estás! Estás tan gordo que si te caés de la cama, te caés por los dos lados. Encima vivís hablando de tu ex, esa que te dejó hace como dos años. Te hacés ilusiones hasta cuando te manda un mail en cadena con mensajes de fin de año. Me dás lástima.

Me doy vuelta y apunto hacia otro escritorio, pero el gordo alcanza a responderme:

-Vos no sabés nada de mi ex! Además, donde hubo fuego, cenizas quedan...
-Pocas cosas se pueden cocinar con cenizas, Suarez, poquísimas.


Voy hacia el sector facturación. Lorena pasó hace rato los treinta, pero se viste como si tuviese diecinueve. Se cree una diosa total, pero la realidad es que si alguna vez tuvo figura, la perdió hace rato. Tiene un aliento a morgue calefaccionada insoportable.
La analizo un instante antes de hablarle. La miro bien. Si me apuntasen con un arma a la cabeza, y tuviese que tocarla para salvarme, yo mismo apretaría el gatillo. No estoy seguro, puede que mi discurso no haga mella en su autoestima. Debe estar acostumbrada a que la persigan hordas de campesinos con antorchas y crucifijos. La miro y decido atacar por otro flanco.

-Y vos? Cambiaste de carrera para "progresar" en esta empresa. Abandonaste tus vocación, te vendiste, profanaste tus sueños. Y como te pagan? Te dieron el triple de trabajo y te aumentaron el sueldo $200. Vivís esperando que sean las 6 de la tarde, y que llegue fin de mes para cobrar. Vos no estás viva, pero tampoco muerta. Estás en agonía hace años. Para colmo con la edad que tenés y como te vestís, ningún tipo te toma en serio. De día te hacés la superada, la comehombres, y a la noche llorás mientras comes helado y mirás Sex and the City.

Vuelvo a mi escritorio, y me siento. Nadie se anima siquiera a mirarme.

Que me tilden de amargo por no ir a la puta fiesta de fin de año, me lo puedo bancar...
Que sea lunes, vaya y pase...
Pero que no funcione la máquina de café, me pone realmente de muy mal humor.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Recital


Bueno, tengo que meter el chivo...

Este sábado, vamos a estar cerrando con Arpeghy (mi banda) el 2do Tributo Oficial a Rata Blanca. Vamos a aprovechar para adelantar algunos temas del disco que estamos grabando, y ya que estamos, seguramente se nos escapará algún que otro tema de Ozzy, Dio, Deep Purple, Rata Blanca, etc...

La primer banda arranca a las 19.30 puntual.
Hay barra, hay lugar para hacer pogo, lugar para sentarse, y lugar para tener sexo casual.
Va a estar genial, se los prometo.

Anticipadas a solo $20 en:

Locuras Flores: Rivadavia 7308
Locuras Once: Rivadavia 2734
MetalManía: Lavalle 663 Local 9 Galería Luxor

Les dejo algunos temas para los que todavía son unos perdedores y no escucharon nada de Arpeghy:

Uno Power:


Uno a lo Purple:


Una baladita:



viernes, 18 de diciembre de 2009

Verdad Irrefutable Nº 7

Las Fiestas son lisa y llanamente una tortura que hay que soportar una vez por año. Como los chequeos médicos, las Creamfields y los discos de Calamaro.
Está bueno recibir regalos, pero no está bueno soportar... todo lo demás.
Es como hacer un 69 con un traba, por un lado no se puede negar que da cierto placer, pero por el otro te estás comiendo un chotazo.

El 90% de la población mundial, odia las fiestas.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El Manual de las Mujeres: Cagamos... Le vino!

Volvió la Saga más esperada de los últimos tiempos!
A pedido del público! Más machista y grosera que nunca!

Ediciones Anteriores:
Parte I - Parte II - Parte III - Parte IV


Parte V
"Cagamos... Le vino!":


Como la gran mayoría de los que leen y escriben blogs, yo trabajo en una oficina. Es decir, a diario me relaciono con mujeres de todas las edades, formas y tonelajes. Como es de esperarse, siendo yo un tipo tan inteligente y carismático, nunca me faltan un par de trolas que me quieren ordeñar el ganso a toda costa. Con el resto de las mujeres, me manejo con un respeto absoluto. En primer lugar porque así se nos hace mas corto el día a todos, y en segundo, porque uno nunca sabe a quien va tener que pedirle dinero o un pete en el futuro.

Sin embargo, hasta las mujeres relativamente soportables, de vez en cuando se transforman en unas arpías histéricas que todo hombre que haya tenido madre, hermana, novia, amante de los jueves, o cobayo hembra, conoce a la perfección.
La misma mina que un día se ofrece para comprar bizcochitos y hacer mates, puede al día siguiente provocarte un esguince de bolas con sus histeriqueadas. Sin que se le mueva un pelo.

"Se puede saber quien me movió el mouse? EH? EH? Quién me movió el mouse? Me acuerdo patente que el puntero estaba en otro lado cuando me fui al baño. Y ese teléfono? Porqué suena tan fuerte ese teléfono? NO ATIENDE NADIE?...."

Por supuesto, esta locura continúa, pero luego de los primeros 30 segundos de tortura, el cerebro masculino hace un apagado automático de emergencia y no escucha absolutamente más nada por al menos 15 minutos.
El hombre inexperto -como son la mayoría- se desorienta facilmente y no entiende muy bien que carajo está pasando. Yo, en cambio, enseguida entiendo el porqué de estas reacciones:

¡Le vino!

Esto es así:
Aparentemente las mujeres tienen un ciclo hormonal. Nunca en la putísima vida al hombre le interesaron las hormonas de la mujer, con excepción quizás, de aquellas que hacen que se calienten, o quizás también las que hacen que cocinen napolitanas con puré.

Cada 28 días, a las mujeres se les abre una compuerta que libera una catarata de hormonas, transformando a una mujer promedio, en una bruja insoportable, gritona, llorona y contestataria.
Estadísticamente hablando, si trabajamos con 10 mujeres en la oficina, las probabilidades de alguna este pasando por el período ininterrumpido de malcogidez, es casi del 100%.
Y uno que va a trabajar con la suprema ilusión de que nadie rompa las pelotas, termina por asumir que nunca va a haber un día de paz. A menos que todas sean reemplazadas por robots, lo cual tampoco estaría tan bueno porque -salvo algunos modelos japoneses- ninguno tiene tetas decentes.

Ni hablar del que tomó la desafortunada decisión de convivir con una mujer. Esos días son el infierno mismo. Se ponen insufribles, y cualquier nimiedad, puede ser el detonante de una inmisericorde tortura:

"Vení que vamos a charlar que nunca estamos juntos"
"¿Podés apagar la PlayStation y sentarte a comer?"
"¡A ver si te lavás los dientes de una puta vez!"
"¡Meá adentro del inodoro, por Dios!"
"¿Sacaste turno para el (inserte especialista aquí)?"
"¡Por ahi no que duele!"
"¡Sacala que me cago!"

Ni hablemos de la lista interminable de reclamos absurdos por detalles ínfimos: Que no notaste el medio tono que se bajó en la tintura, ni que se cortó el pelo, ni que se puso lentes de contacto verdes, ni que perdió un brazo abajo del Sarmiento.
Todos sabemos perfectamente que lo único que podríamos llegar a notar, es que se clavaron unos implantes mamarios tamaño King Size, cosa que rara vez sucede.

Solo porque a ellas les viene y a nosotros no, tenemos que soportarlas?
Es una injusticia. Odio las injusticias.
Para colmo, el argumento típico para justificar los maltratos es:
"Los hombres no soportarían ni un día que se les inflen las bolas y les salga sangre por el chino tuerto. ¡Ni un día!".
Por supuesto, este argumento se cae a pedazos al releer todo lo anteriormente expuesto. ¡Somos capaces de soportar esa tortura y muchísimo más!


Además, si los hombres tuviesen menstruación, y las mujeres no, habríamos sido lo suficientemente vivos como para que la misma sea un acontecimiento totalmente envidiable, del cual incluso se podría presumir. Competiríamos entre nosotros para ver a quien le baja más, en un claro acto de virilidad. Tendríamos fiestas religiosas para honrar el período. El gobierno nos daría cinco días de asueto todos los meses, y las mujeres tendrían que trabajar normalmente. El síndrome pre-menstrual sería un importante atenuante para casi cualquier delito. Habríamos convencido a las mujeres desde el primer momento, de que el olor a puerto es lo más sexy del mundo. Los tampones y toallitas estarían subsidiados por el gobierno. Una vez por año se festejaría el "Día del Coagulito" A TODO TRAPO. Carros alegóricos con falos escupiendo sangre a borbotones, fuegos artificiales, explosiones y minas en bolas. Como Dios manda.
Las mujeres que hicieron con todo ese potencial? Nada.
Y la culpa es nuestra?

No Señor, esto se acaba ahora, utilizando un sencillo método que les voy a explicar:

IMPORTANTE:
Exito garantizado en menos de dos meses.
Ninguna mujer fue lastimada durante los testeos de laboratorio.
En caso de convivir con una mujer, se deberá tener la precaución de practicar las siguientes técnicas después de mantener relaciones sexuales. Sin excepción.

A partir de ahora, durante 2 (dos) días al mes, vamos a ponernos igual de insufribles que ellas.
Pongamos cara de culo sin motivo aparente, encerremonos en el baño dos horas, lloremos el perrito que se nos murió cuando teniamos 7 años, contestemos con monosílabos, y por sobre todos, tal y como hacen ellas, peguemos adonde más duele:

"Gorda, ahora que te miro... me parece a mi o estás cada dia mas varicosa?"
"Upa! Mirá ese pozo de celulitis! Parece una falla geográfica"
"Parecés un pochoclo"
"Ese desodorante que te pusiste desprende un atrapante olor a traba de Constitución"

Por supuesto, van a poner el grito en el cielo, van a llorar, patalear y amenazar con dejarnos.
No se preocupen. Van a fracasar como siempre.
Nunca nadie escuchó lo que tiene para decir una mujer después que pasó la parte del polvo.

Luego de dos días, actuar como si nada hubiese pasado.
Repetir hasta obtener resultados deseados.


Próxima entrega: "Las mujeres y el sexo"

martes, 8 de diciembre de 2009

Retroceder Nunca, Rendirse Jamás

Podría rendirme. Si, podría. Cuanto aguanta el espíritu? En que momento se rompe? Podría quebrarme y abandonar, darme por vencido.
Pero no. Nunca. Jamás.

Estoy atado a una silla. Soy prisionero de dos personas a las que nunca vi en mi vida. Dos mujeres. Las tengo enfrente, se hablan entre si. Me miran. Vuelven a hablar. Susurran. No alcanzo a escuchar lo que dicen. Me vuelven a mirar.

-Esto no es necesario, puede terminar cuando quieras, Diego -dice la mayor.

Yo solo la miro y sonrio. Estoy sentado, con la cabeza gacha, mirando hacia el piso. Cuando me hablan solo levanto los ojos y sonrio. Las miro y empiezo a reirme a carcajadas. Como un loco.
La menor me golpea con el puño cerrado.

-Ríndite. No tiene sentido que sigas!

Sigo sonriendo. Mis labios están llenos de sangre. Mis dientes tambien, están completamente rojos. Siento el sabor de la sangre.

-Está bien -digo, impostando una cara de resignación- voy a decirles adonde pueden encontrarlo.

Comienzo a balbucear en voz baja, de forma casi imperceptible, y cuando ambas están lo suficientemente cerca, vuelvo a sonreir y las escupo.

-Jamás, malditas bastardas! Jamás lo entregaré!

La que me golpea ahora es la mayor. Con un odio puro y palpable, absolutamente visceral. Me golpea varias veces. Está clarísimo: independientemente de cual sea el objetivo; el odio, la venganza, el resentimiento y el deseo, son móviles infinítamente mas poderosos que la bondad, la comprensión, el perdón o el amor.

-Adonde están ahora tus admiradores? Adonde están tus amiguitos ahora? -me provoca la menor-
-Esta guerra es mia. Siempre fue asi. Siempre estuve solo.
-Porqué lo haces? Se puede saber porque?-interrogó la mayor
-Porque a diferencia del resto, yo SI puedo hacerlo, perra!

Se miran entre ellas una vez más. Todavía creen tener la suerte de su lado. Suerte... esos pequeños puntitos de luz que la humanidad ha llamado "suerte". Puntos que de vez en cuando nos iluminan, hasta que alguna fuerza superior hunde nuestras precarias balsas hechas de certezas y convicciones, y nos arroja a la mismísima mierda, dejándonos totalmente desnudos, hambrientos y desamparados. La vida es un montón de oscuridad, apuñalada de vez en cuando por un puntito de luz. Un mísero punto de luz, puede más que las más espesa oscuridad.

Las vuelvo a mirar, y estallo en carcajadas. No puedo parar de reírme.
Un puntero láser acaricia la frente de la mayor.
Un mísero puntito de luz rojo... Alguien ha venido a rescatarme.

En un abrir y cerrar de ojos, la mayor de las mujeres yace en el piso, muerta. La más joven logra escapar.
Me levanto, me cuesta caminar, estuve quince dias encerrado e inmóvil. Me ayudan a subir las escaleras del sótano. Es de día. El aire huele al libertad... y venganza.

No querían darme muerte, querían vencerme.
No lo lograron. El manuscrito todavía está en mi poder.

Este viernes, será publicado...

El Manual de las Mujeres: Cagamos! Le vino!